
La poesía de Idea Vilariño y hasta cuatro saxos son los elementos fundamentales de
Sin, una nueva canción de Sílvia Pérez Cruz. La voz de la cantante y compositora
catalana se entrelaza con los vientos interpretados por la propia Sílvia junto a otros
tres grandes instrumentistas: el resultado es abrumador.
ue el dramaturgo Pablo Messiez quien enseñó a Sílvia el poema que acabaría en
canción. Ella le puso melodía y, un buen día, lo interpretó en una improvisación con
público junto al bailarín Andrés Corchero. Comenzó a cantarlo a capella en su
espectáculo Farsa (género imposible) y decidió incorporarlo al que pronto se
convertirá en su noveno álbum en solitario.
La instrumentación vino después. “Quería probar con otras sonoridades y, como
hacía tiempo que quería hacer una canción solo con saxos, pensé que podía
funcionar con Sin”, relata. Sílvia estudió saxo de los 7 a los 24 años. “Siempre me
dio vergüenza tocarlo, y me pareció una buena excusa para perderla”, confiesa.
Miguel Pintxo Villar, Enrique Oliver, Bill Mchenry —sus “saxofonistas favoritos”— y la
propia Sílvia son los instrumentistas de Sin, bajo los arreglos de Jaume Llombart.
Juntos facturan una canción de una belleza emocionante que formará parte de La
inmensidad, el segundo movimiento de Toda la vida, un día.
Son cinco los movimientos del inminente álbum de Sílvia, en el que ordena las
etapas de la vida y celebra todas las edades. Es un álbum de mucha composición y
arreglo propios, muy personal, que incluye 21 canciones, entre ellas, las ya
estrenadas Nombrar es imposible, La flor o la que da título al álbum, Toda la vida, un
día.